viernes, 15 de abril de 2011

Maestro LutHier

Miércoles 14 Julio 2010 - El Informador
“Durante la época del Renacimiento, el oficio de fabricar instrumentos musicales como el violín fue denominado luthería. Este trabajo era similar al que hacía el orfebre porque el artista además de los conocimientos de dibujo técnico y carpintería debía saber de química y hasta de matemáticas, para así calcular con precisión el resultado de la obra.

JOSE QUERALES.- El hacedor de cajas sonoras también estudia la anatomía de la madera, la música desde el punto de vista físico, sin olvidar la historia de los instrumentos que fabrica. Así lo expresa Saulo Elías Navarro, quien se siente orgulloso por continuar el oficio al que se dedicó su padre Antonio Navarro durante más de 50 años. “Es muy satisfactorio saber que con mi trabajo estoy contribuyendo con la alegría de muchas personas; eso para mí es el fin de mi actividad, lo material pasa a un segundo plano”, expresa el artista. “Mi primer cuatro -acota el luthier caroreño- lo fabriqué cuando apenas tenía seis años de edad en el primer taller que tuvo mi papá”, evoca con gran emoción. Prosigue recordando cómo su padre etiquetaba sus instrumen- tos con el curioso nombre de ‘El Señuelo’. “No queda duda que a mi padre le debo mi oficio, él me enseñó todos los secretos que encierra la fabricación de instrumentos musicales, además de cultivar la paciencia y la constancia”, cuenta. Cree sin temor a equivocarse, que su progenitor es uno de los luthiers que más ha influido en la forma y perfección de la fabricación de los instrumentos a escala nacional, sobre todo del cuatro. “Por eso estoy seguro que no hay músico que no tenga un Navarro para sus conciertos e interpretaciones musicales”. Refiere Saulo que, la naturaleza nos da sus maravillas, ejemplo de ello son las maderas que utiliza para la elaboración de cada instrumento musical como: palo santo de la India, el abeto de Canadá o Europa y el ébano de África. El carey de tortuga marina, el hueso pulido; metales como el alpaca o bronce, resina orgánica de gomalaca o copal, la sintética o el sellador y la laca plástica, son todos los materiales utilizados para construir con rigurosidad y precisión las guitarras, mandolinas, cuatros, bandolas, entre otros. “Lo cierto es que mi mejor herramienta es la tranquilidad, la cual me da una serenidad espiritual; sin esto, ninguna herramienta por muy bien diseñada que esté, se podrá utilizar a plenitud”. Es por ello que, procura siempre la tranquilidad para lograr que la madera se comunique a través del tacto y el oído. Sólo así puede lograr lo mejor de ella para que produzca el mejor sonido. “Es como enamorarla y robarle sus secretos”, subrayó.

domingo, 19 de abril de 2009

Elías Navarro: una historia con fondo musical


Extasiado en los secretos del silencio de la yerma e inerte madera, Elías cual el profeta se eleva a lo sublime al devolverle la vida al trozo de oscuro ébano convirtiéndolo en joya parlante que vibra a cada centímetro con el simple roce de la mano creadora.
Heredero del arte de convertir la madera en joyas musicales, transmitido por su padre el afamado artesano de instrumentos de cuerdas Antonio Navarro, Saulo Elías se ha ganado un merecido puesto en el muy selecto y exigente oficio de luthier. Herencia que ha ido evolucionando al compás de su crecimiento profesional caracterizado por la profunda e interminable búsqueda de la perfección.
La naturaleza ha guiado su mano creadora que también se ha nutrido de la ciencia y sus rigurosos ensayos para moldear palmo a palmo la madera que ha de convertirse en música para surcar los cielos del mundo llevando su impronta, y nuestro gentilicio.
Elías, como se le conoce en nuestro pequeño mundo y en el basto universo donde se desenvuelve, no es obra de la casualidad. Aun recuerda un día cuando salió de clases siendo apenas un niño de cinco años y llegó al taller de su padre. Contemplativamente observaba desde el pórtico la figura de un Quijote que se enfrentaba a las danzantes y amenazadoras sombras que invadían el improvisado tinglado. Era el reencuentro de padre e hijo, a quienes la vida había separado por culpa de la muerte.
Se hacen pesadas y escasas las palabras de Elías aun bajo el amparo de un providencial árbol que nos cobija del ardiente sol de Semana Santa. La música de fondo conspira para que los recuerdos afloren y regresen parte de los demonios que se creían exorcizados. Se trataba de una vetusta melodía interpretada por Antonio Aguilar titulada ¡Qué falta me hace mi padre! Pura casualidad.
Como puede y tras el prolongado sorbo de una helada cerveza, retoma su relato para explicar que su familia se ve en la triste obligación de separarse cuando su madre, Doña María de los Ángeles Tovar de Navarro muere siendo él tan solo un bebé de 3 meses de nacido. Su padre aparte del gran dolor que le embargaba por la muerte de su amada, enfrentaba la responsabilidad de cancelar las ingentes deudas que la enfermedad y su tratamiento habían generado. Un hombre como Antonio Navarro tenía la obligación moral de honrar esos compromisos, y así lo hizo pero para ello tuvo que alejarse de su hogar y entregar a sus cuatro hijos a familiares que le ayudarían a salir adelante del difícil trance. Las tres hembras mayores se irían a vivir con una tía en Caracas mientras el pequeño Elías quedaría al cuido de su abuela.
Así transcurrió el tiempo y al cabo de 5 años comenzaba la suerte a cambiar. El responsable padre salda las deudas y se regresa a Carora donde se inventa un oficio que le permitiría ganarse el pan decentemente sin necesidad de apartarse nunca más de sus cuarto hijos, quienes de esta manera ven culminado un éxodo que los apartó de su hogar cuando apenas eran unos niños.
Pero este trabajo distaba mucho de las rudas faenas a las que Don Antonio había estado acostumbrado cuando se dedicaba a cortar madera en las montañas para que tras sus pasos llegaran los potreros y las fincas que nos bautizarían para siempre como pueblo ganadero. Eran tiempos duros para hombres rudos. No obstante el conocimiento adquirido de la madera en esa experiencia en la profundidad de la naturaleza le dio una idea que, sin proponérselo, lo inmortalizaría. Se iniciaba así Don Antonio Navarro como luthier.

El niño que jugaba a ser creador

Entonces cruzó Elías las puertas del taller y el regazo del Quijote curó la tristeza causada por años de ausencia. Su padre seguramente jamás habría sentido tanta emoción y orgullo. Disipadas las sombras renacía la esperanza en esta familia. Ya las niñas también estaban en casa mientras la bulla y el retozo tantas veces soñados en las oscuras y frías montañas se convertían en bálsamo que sanaba rápidamente las heridas del alma de aquel hombre que por fin iba consiguiendo algo de paz.
Cuenta Elías que se crió en el taller de su padre. Sus juguetes salían en tropel de la fértil imaginación del escultor que guiaba sus pasos. La madera que colmaba el lugar se transformaba en las más variadas figuras que alegrarían sus momentos de infancia. Ya un poco más grande sería él mismo quien se harías sus propios juguetes. Sin querer comenzaba a dar vida a lo inanimado a través de sus pequeñas manos. Jugaba a ser creador. La herencia de artista corría por sus venas. Eso era inevitable.

-¿Cuándo te das cuenta que tú destino estaría ligado a la fabricación de instrumentos musicales?
-Eso fue un largo proceso. Inicialmente debo decirte que mi primer cuatro lo fabriqué cuando tenía 6 años de edad, pero nunca estuvo en mi mente dedicarme a este oficio. Yo quería estudiar alguna carrera universitaria relacionada con la mecánica. Me fascinaban las grandes construcciones así como también me despertaba mucha curiosidad el estudio del humanismo. Quizás mi indefinición al respectó dio pie a que me vinculara más al taller de mi padre donde ya desde los 18 años había comenzado a realizar pequeñas labores para ayudarlo. Encordaba los cuatros, ponía las clavijas y los demás accesorios y con el tiempo me fui compenetrando más y más con este hermoso trabajo al extremo que de repente me di cuenta que ya había tomado este oficio como forma de vida. Pero debo aclarar que cuando me inicio formalmente nunca lo hice como ayudante de mi padre, pues aunque él siempre fue mi guía desde un principio trabajé en mis propios instrumentos, que sin embargo luego serían comercializados con la marca de mi padre.

-¿Cuándo te independizas completamente?

-Eso no ocurre sino hasta 12 años después. Recuerdo que era el año 2001 y se llevaba a cabo el paro perolero. Entonces decido abrir mi propio taller para poner en práctica las experiencias acumuladas en tanto tiempo y las innovaciones que creía convenientes. Es así como inicio nuevos métodos y profundizo los estudios a la par de comercializar los instrumentos con mi propia marca. Había llegado el momento de aplicar a los instrumentos de mi padre los cambios que exigen los nuevos tiempos sin que pierdan esencia, su alma.

-Tener un padre famoso te ayuda pero también puede afectarte, sobre todo por las desagradables comparaciones que siempre se hacen. Aquí tienes una: ¿En qué se diferencian tus instrumentos de los de tu papá?

-Como te dije anteriormente. La esencia y el espíritu de sus instrumentos no han cambiado en nada. Siguen siendo piezas de colección fabricadas con gran esmero y pasión, únicamente que ahora son ensamblados de manera distinta utilizando una técnica que tiene más de 400 años utilizada inicialmente para ensamblar violines y guitarras españolas, lo que nos permite controlar las variantes que se presentan. Ahora todos tienen un sonido y calidad estándar.

-Ya tu padre se ha retirado del oficio. ¿Cómo perciben ahora esos clientes que antes adquirían los instrumentos de tu padre los cambios que has generado desde tu taller?

-Comienzo diciendo que agradezco a todas estas personas, a quienes conozco desde siempre, que me hayan brindado su apoyo y confianza, pues siguen adquiriendo los instrumentos musicales Navarro, pero ahora confeccionados en su totalidad en mi taller.
Ellos entienden que la muy bien ganada fama de mi padre me ha obligado a mejorar para seguir compitiendo y dejando su nombre en alto en un mundo muy competitivo y en un mercado cada vez más exigente. En resumen, han aprobado los cambios porque ellos mismos los estaban esperando, lo que no solo me ha permitido continuar con la cartera de clientes de mi padre, sino aumentarla, y eso es una verdadera bendición.

Nuestra conversación fue llegando a su final y casi de inmediato Saulo Elías Navarro Tovar vuelve a ser el niño que juega a dar vida a los instrumentos musicales. “Doy gracias a Dios por mi destino; he dedicado mi vida a algo que me agrada en extremo y que nos ha brindado el afecto de la gente tanto a mi padre como a mí. En realidad lo entiendo como un juego, auque lo hago con mucho profesionalismo”, así se iban apagando las palabras y taciturno lo fueron invadiendo su musa y sus sueños: Mariestty, su esposa; Jesús Elías y Saulo Antonio, sus hijos. PMC

Nota de la redacción del peródico El Caroreño: Con este trabajo especial El Caroreño quiere celebrar que este joven artista y artesano local ha sido honrado por la Fundación Bigott al exaltarlo en el Almanaque de este año entre los 12 mejores luthieres de Venezuela. Distinción que nos enorgullece como pueblo.